#Día 9 – Alégrales el día

#Día 9 – Alégrales el día

Las situaciones adversas siempre decimos que son una oportunidad de mejora. Pero también muchas veces sirven de inspiración para que emerjan héroes anónimos, personas bondadosas que las tenemos mucho más cerca de lo que creemos.

El impulso positivo de hoy viene de la mano de nuestro compañero Daniel Olivera que nos regala una historia de uno de estos héroes anónimos, que comparte una felicidad que quizá ni él mismo tenía.

Te animo a que leas la historia, ¡te gustará! 📃 👉

La ventana del hospital

Dos hombres compartían la misma habitación en un hospital. A uno de ellos se le permitía sentarse durante una hora por la tarde. Su cama estaba al lado de la única ventana de la habitación. La otra persona, un chico joven, por su dolencia tenía que permanecer acostado todo el tiempo en su cama situada más alejada de la ventana.

Todas las tardes, cuando el hombre ubicado al lado de la ventana se sentaba, se pasaba el tiempo relatándole a su compañero de cuarto lo que veía en el exterior. Le contaba como veía a mayores charlando en los bancos, parejas paseando, jóvenes en bicicleta, niños disfrutando en los columpios y hasta en una ocasión le llegó a radiar parte de un partido de futbol que jugaban unos jóvenes.

El paciente joven que no podía asomarse a la ventana soñaba con que llegara esa hora para emocionarse con lo que su compañero le contaba.

Una mañana, cuando el joven regresó de que le hicieran una prueba médica, se encontró con que su compañero ya no estaba. Preguntó por él y le dieron la buena noticia de que le habían dado el alta. Al día siguiente, viendo que la otra cama estaba vacante pidió si lo podían trasladar. Prácticamente no se podía incorporar, pero siempre tendría más luz natural… pensó. Se aceptó su petición y realizaron el cambio.

Una vez en su nueva cama, haciendo un esfuerzo se apoyó en el codo para poder mirar al mundo exterior. Finalmente tendría la alegría de verlo por sí mismo. Se esforzó para asomarse y lo que vio fue la pared enorme del edificio de al lado. Confundido le preguntó a la enfermera  si sabía qué había animado a su anterior compañero a describir tantas cosas maravillosas inventadas fuera de la ventana.

 La enfermera le desveló: “Su compañero de habitación era ciego, sólo quería animarte/ animarle a usted”.

Reflexión: Genera una inmensa felicidad alegrar a otros a pesar de nuestra propia situación. Las penas compartidas disminuyen la tristeza, pero las alegrías compartidas se multiplican. Si deseas sentirte bien basta con contar aquello que posees y que no se puede comprar con dinero. Transmite alguna alegría a tu entorno.

¿A quién podrías contarle hoy una buena noticia que le alegre el día? ¡Hazlo!

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