¿Conoces realmente a tus colaboradores?

¿Conoces realmente a tus colaboradores?

Decía Ken Blanchard que no se dirige a las personas, se dirige con las personas.

El estilo de liderazgo más efectivo, como nos reafirman los avances en el neuroliderazgo, es aquél que aúna la alta orientación a los resultados -exigencia, tensión e involucración constante hacia los objetivos-, junto con la máxima orientación a las personas; esa preocupación constante por el bienestar de los colaboradores en el equipo de trabajo, donde elementos como sentirse escuchado, valorado e importante y con un buen nivel de autonomía en la toma de decisiones, son determinantes.

En este contexto, asumir que gestionar personas es, en definitiva, gestionar sus emociones, nos refuerza la importancia de establecer una buena relación personal -no sólo profesional- con los colaboradores que conforman nuestros equipos.

¿Excesivo?

Si quieres un amigo, cómprate un perro; el personaje Gordon Gekko en la película Wall Street remata con esta frase lapidaria un estilo de liderazgo que ha dominado durante siglos:  aquél que establece una distancia personal rotunda entre los managers y sus colaboradores.

Pero lo sorprendente es que aún hoy, en pleno siglo XXI, seguimos escuchando día a día en muchos líderes la expresión yo con mi equipo sólo tengo relaciones profesionales.

Personas trabajando con personas, tienen relaciones personales. No podemos poner puertas al viento.

Una y otra vez, los resultados excepcionales de los Equipos de Alto Rendimiento -en el deporte o en cualquier ámbito profesional o social-, nos demuestran que el alto conocimiento mutuo, el respeto, la complicidad, la comunicación sincera y fluida, … son pilares fundamentales en el éxito de cualquier equipo.

¿Conocemos realmente a nuestros colaboradores a nivel personal? ¿Dedicamos tiempo a compartir espacios y momentos donde demos oportunidad a que aparezcan sus pasiones, sus preocupaciones, sus alegrías familiares, … sus retos personales? ¿Nos atrevemos a compartir los nuestros, con naturalidad, para empujar a que se abran con nosotros? Estos espacios nunca son tiempo perdido.

¿Cómo se puede motivar a alguien que no conoces, que no sabes qué le mueve, qué le ilusiona o qué le preocupa?

Siempre es un buen momento para empezar, desde el puro sentido común, dejando de lado prejuicios, a veces históricos, y creencias infundadas y limitantes.

Es mucho lo que podemos ganar en la relación con nuestro equipo y, por tanto, en los resultados.

¿Nos atrevemos?

Autor: Juan Luis Sayago – Socio y Director de training en MRC

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