Papá… ¿qué es vender?
Papá… ¿qué es vender?
Terminaba un nuevo capítulo del libro que le tenía enganchado, cuando entró su hijo Pablo de 13 años en el salón:
- Papá, la profesora de Lengua nos pide una redacción de alguna profesión y he pensado poner la tuya… ¿cómo la explico?
- Bueno… ya sabes que yo visito clínicas y hospitales para vender equipos como los de rayos X; esas placas que a veces te han hecho en el dentista…
- Papá, y… ¿qué es vender?
Al padre la pregunta le pilló un poco con el pie cambiado. A pesar de llevar años vendiendo, le sorprendía no haberse planteado nunca la pregunta. En décimas de segundos intentó imaginar qué pondría el diccionario en la palabra vender, pero prefirió tirar de oficio…
- Mira Pablo, seguramente un diccionario dirá que vender es algo así como una transacción, un trueque, un contrato… en fin, palabras que a lo mejor tú no entiendes bien a qué se refieren. Pero para mí, vender es mucho más que todo eso… Siéntate si quieres y te cuento. Nunca habíamos hablado de esto.
- Vale, así puedo ir escribiendo algunas cosas…
- Claro, buena idea. Pablo, para que lo entiendas de forma sencilla, vender consiste en que tú ofreces lo que tiene tu empresa y si la otra parte –lo que se llama cliente– lo quiere, porque le hace falta o le resuelve algún problema, te lo compra a cambio de un dinero. Pero, como te digo, para mí vender es mucho más que eso.
- ¿Sí? ¿El qué?
- Vender, claro que es una dar al cliente lo que quiere o necesita pero para mí, por encima de eso, vender es emoción.
- ¿Emoción? –preguntó el hijo sorprendido.
- Sí, claro. Mira Pablo cuando un hospital instala el equipo que yo he vendido, lo que me han comprado es salud. Sí, la salud de los enfermos. Cuando mamá vende los anuncios que luego hemos visto a veces en la tele y en revistas, a mamá le han comprado sueños, ilusiones. Cuando nosotros compramos la Play que tanto te gusta, nos vendieron diversión y buenos ratos para ti y tus amigos. Cuando el otro día compré este libro que ahora estoy leyendo, me vendieron horas de tranquilidad aquí en casa y también las ventajas del saber. Sí Pablo, realmente se venden y se compran emociones.
- Ya, ahora entiendo mejor lo de la emoción. ¿Y qué más? Me gusta como lo cuentas…
- Pues vender es también superación. Igual que a ti te cuesta superar un examen como el último de Inglés, para mí vender también es un reto, una prueba difícil que tengo que superar día a día con sus alegrías y sus penas. A veces me veis venir contento a casa y os cuento que me ha ido bien pero otras, aunque no las cuente tanto, vengo preocupado y desanimado porque algo no ha funcionado.
- Ya, ¿y se pasa mal? –Pablo seguía muy interesado.
- Pues, tan mal como nos quedamos el otro día al apagar la tele cuando acabó el partido de fútbol. A nadie le gusta perder y en esta profesión también se gana y se pierde. Pero esto es algo que me gusta de mi trabajo; sé cómo empieza el día pero nunca cómo acaba. Desde luego no me aburro…
- Pero papá, tú no estudiaste para vender…